Vivir una temporada fuera de tu país te permite entender cómo se siente un inmigrante que, por necesidad, decide dejarlo todo y buscarse la vida en un lugar del que, en muchas ocasiones, deconoce las costumbres e incluso el idioma.
La adaptación siempre es difícil, recuerdo la primera vez que llegué a Francia, tenía 12 años y jamás había estudiado francés. Los primeros meses fueron muy duros, nueva ciudad, nuevo país, nuevo colegio, nuevos amigos y lo peor, no entendía el idioma. Te sientes un bicho raro, inadaptado, y echas mucho de menos todo lo que dejas atrás. Sin emabargo, el tiempo todo lo cura, terminé aprendiendo francés, haciendo amigos y llegué a sentirme como en casa.
Si pasas mucho tiempo fuera de tu país de origen, como fue mi caso, cuando regresas por vacaciones tienes una sensación extraña, te sientes extranjera en tu propio país, ya no compartes la rutina y el día a día con tus amigos de siempre, empiezan a verte como la de fuera. Llega un momento en que comienzas a sentir una sensación de desarraigo, de no pertenecer ni a un sitio ni al otro, sino a los dos. Se pasan momentos muy duros, y reconozco que yo fui una privilegiada, ya que los motivos que llevaron a mi familia a salir de España no fueron la necesidad económica ni la falta e oportunidades. Siempre he reconocido que fuimos inmigrantes privilegiados.
Esta experiencia marcó mi vida de forma muy positiva, y siempre he creido que debería ser obligatoria una estancia en el extranjero para todos los jóvenes antes de finalizar su formación. Por todo esto siempre me he sentido muy cerca de los inmigrantes que ahora llegan a España a buscarse la vida.
Una Europa que ha olvidado su pasado, y pretende ahora mediante la “directiva de retorno de emigrantes sin papeles” expulsar a unos 8 millones de extranjeros que residen de forma “ilegal” en
Afortunadamente, el primer intento de aprobar esta directiva, impulsada por dirigentes como Berlusconi y Sarzozy, entre otros, pero apoyada también por Zapatero, ha fracasado. Sin embargo, este rechazo no se debe a que los países europeos la consideren extremadamente dura, o temasn que atenten contra los derechos más fundamentales de los inmigrantes sin papeles, no señores no, ha fracasado porque 10 países exigieron incluir condiciones aún más duras a las acordadas. ¡Increíble, indignante!