jueves, 29 de noviembre de 2007

El armario

Hace unos tres años les dije a mis padres que me gustaban las mujeres. La reacción por parte de mi madre fue tan mala, que a punto estuvimos de romper unas relaciones que, hasta ese momento eran muy buenas. Mi madre fue incapaz de aceptar que su hija mayor era lesbiana, se lo tomó a la tremenda, hizo un drama del asunto y llegó a decirme cosas que nunca olvidaré y que me hicieron mucho daño. Su gran preocupación era que yo mantuviera en secreto esta situación y que nadie más de la familia (tíos, primos...) se enterara. Se pasó varios días llorando, preguntándose qué había hecho mal, con lo que se había preocupado ella por mi educación..., cómo le había podido "salir" una hija así. A partir de ese momento dejó de llamarme, me trataba con desprecio y yo diría que en momentos incluso con cierto asco, y yo, dejé de ir a comer a casa de mis padres los domingos. Me advirtió de que no quería que mi pareja subiera nunca a su casa, que ella no podía aceptarla, además de ser mujer es mayor que yo, tiene hijos de un matrimonio anterior y encima es, según mi madre, de una clase social y educacional diferente a la mía. Todo un despropósito según ella.

Mi padre, un hombre poco dado a expresar sus sentimientos, mostró sorpresa en un primer momento, pero después siguió tratándome igual, con respeto, algo que siempre le agradeceré.
Mi hermano no le dio importancia al asunto, le pareció algo normal (bendita juventud). Una de mis hermanas reaccionó fatal, como mi madre , y la otra, aunque en un principio intercedió entre mi madre y yo, nunca me pregunta por mi vida privada y nunca ha hecho un esfuerzo por conocer a mi pareja.
Con el tiempo las relaciones con mi madre han mejorado algo, ella parece que lo ha ido asumiendo (dos enfermedades graves en la familia le han debido enseñar qué es grave y no en la vida), y yo he optado por tragar y no romper relaciones con mi familia. A pesar de todo, para ellos yo no tengo vida privada, nadie me pregunta nunca cómo estoy, ni como me va, las conversaciones se limitan a temas banales o laborales, una lástima.

Mis amigos más cercanos sí saben, y conocen a mi pareja, pero en el trabajo yo no hablo de mi vida privada, hasta ahora mi lema era, si me preguntan directamanente no lo negaré, pero sino, yo no tengo por qué contar nada de mi vida. La teoría está muy bien, pero ayer, un nuevo compañero del equipo (el jefe ya se ha cargado a otro) me ha preguntado directamente: y tú, ¿estás casada, tienes pareja?. Y yo, cobarde, le he respondido: no, yo estoy soltera. Me siento fatal conmigo misma, pero no tuve valor.

3 comentarios:

marga dijo...

terrible lo de tu familia... hay cosas que yo nunca voy a entender, una de ellas es cómo una madre pone condiciones para querer a un hijo o interesarse por su vida... por eso yo me considero una huérfana de padre y madre con padres vivos... triste pero real.
Lo del trabajo, bueno, supongo que a todas nos ha pasado... es cuestión de tiempo, de ir acostumbrándose a decirlo no importa a quién
salu2

Mercedes dijo...

Si, es terrible que aún haya gente que reaccione así.

Yo todavía no he salido del armario, ni en casa, ni en el trabajo; aunque bueno, creo que mi familia ya lo debe de saber sin necesidad de decirles nada.

A ver cuando me armo de valor y asomo la cabeza.

Calimero dijo...

Sí Marga, triste y terrible ser huérfana de padres vivos.

Mercedes, yo creo que a cada una le llega el momento de contarlo. Espero que para tí las cosas sean más fáciles.

Besos a las dos y gracias por vuestro apoyo.