lunes, 4 de febrero de 2008

Clases de latín

Hace ya muchos años, cuando estudiaba mi primer año en la universidad y ni siquiera yo era consciente de que me gustaban las mujeres, tuve una profesora de latín que me impactó. Era varios años mayor que yo, rubia, guapa y muy femenina. Al pasar los años comprendía que me había enamorado de ella, pero en aquel momento eso ni se me pasaba por la cabeza. Yo sólo intentaba agradarla, ser la mejor en clase, la más aplicada, la que más interés ponía en sus explicaciones. Yo era muy tímida, y tan solo pensar en acercarme a ella, preguntarle algo me turbaba. Recuerdo una ocasión en que se qcercó a explicarme algo y al inclinarse hacia mí pude ver su ropa interior. Qué cosa más tonta, ¿verdad? pero aquello me descolocó, el corazón se me aceleró y no logré articular palabra. Ese año conseguí ser de las mejores de la clase, saqué matrícula de honor en latín. esa fue toda mi recompensa.
Años después me la encontré de nuevo. Yo estaba cubriendo como periodista un acto político y ella asistía como simpatizante de ese partido. No pude resistirme y me acerqué a saludarla. Supongo que ella ni se acordaba de mí, pero fue muy cordial y educada, hablamos poco, pero fue un encuentro interesante. Nunca más he vuelto a saber de ella.

2 comentarios:

marga dijo...

qué curioso, yo me he enamorado de mis profesoras pero de más chica... (o sea de mis maestras) no me pasó ni en la secundaria ni en la universidad...
es raro...

salu2

Calimero dijo...

Jajajaja, rara, rara siempre he sido un poco. Supongo que además he sido algo tardía en esto del amor y de niña no pensaba en esas cosas.
Besos